BlogEl futuro de Internet: ¿cómo será la Red en 2070?
El Internet desde que inició en California en 1969 hasta la fecha, ha evolucionado muchísimo. ¿como será el futuro del Internet?
Desde el primer mensaje enviado desde una sala de UCLA a un terminal de ordenador del Instituto de investigación de Stanford en Menlo Park (California), en 1969, hasta hoy han pasado ya casi 51 años. La palabra enviada en dicho mensaje era Login, pero a mitad del proceso el sistema que lo enviaba se averió y la consola solo recibió las dos primeras letras: Lo. Era el primer paso de la red que fue la base de Internet: Arpanet. Desde entonces hasta ahora Internet ha evolucionado muchísimo, transformado gran parte de la sociedad, e incluso la propia existencia humana.
A pesar de que la Red ha dado grandes pasos, todavía le queda un gran recorrido, y muchos se preguntan cómo será Internet dentro de unas décadas. Por ejemplo, dentro de 50 años. También cómo se lograrán solventar los desafíos que ahora tenemos entre manos: la seguridad, la privacidad, la protección de datos, etc. ¿Cómo se solucionarán ? ¿Será posible solventar estos problemas y otros que aparecerán con el tiempo en un mundo digital que está en un cambio continuo? La respuesta no es sencilla, aunque algunos expertos ya están intentando esbozar cómo será Internet en 2070 y qué soluciones se darán para estos problemas e incluso algunos que todavía ni siquiera se han planteando.
Hace ya unos meses, en noviembre del año pasado, el Centro de investigación Pew publicó un estudio sobre cómo pensaba un grupo de expertos que sería la vida digital en el futuro. Lee Rainie, Director de Internet e Investigación tecnológica en Pew, y uno de los autores del estudio, apunta que las respuestas a las preguntas que se hicieron a los expertos sobre cómo llegaría nuestra presencia digital a definir todavía más nuestra existencia en el futuro fueron muy reveladoras.
Internet estará más integrado en nuestra vida
Rainie destaca que en sus respuestas, los expertos hablaron de que, incluso, «la definición de un ser humano contemplaría en un momento dado la tecnología disponible para nuestros cuerpos y cerebros«. Además, recuerda que muchos de los expertos con los que ha hablado están convencidos de que los dispositivos con internet actuales no existirán, sino que estará precargado en nuestra consciencia.
Esto, según dichos expertos, llegará más pronto que tarde. Solo en los próximos 25 años, los sistemas que empleamos en la actualidad para buscar o utilizar Internet se considerará poco menos que antediluviana. Así piensa Judith Donath, Investigadora del Centro Berkman Klein de la Universidad de Hardvard. Donath apunta que nuestra presencia digital no será tampoco independiente del mundo físico, sino que estará integrada en él. Para entonces ya nos habremos olvidado de los teclados, el ratón y las pantallas.
Según Toby Negrin, CPO de la Fundación Wikimedia, la Red del futuro podrá compararse con la electricidad, dado que se convertirá en «un suministro omnipresente, algo que esperamos que esté siempre disponible y a nuestro alrededor, interrelacionado con nuestras vidas cotidianas«.
El mundo que tendremos alrededor en el futuro será una mezcla de realidad «convencional» y realidad virtual. Además, en ocasiones será imposible distinguir cuál es cuál. Tal como lo ve Mike Liebhold, Investigador del Instituto del Futuro y que formaba parte del Laboratorio de tecnología avanzada de Apple en los 80, asegura que en un futuro muy cercano, todos llevarán gafas de realidad aumentada y las utilizaran para interactuar con su entorno. Para él, la información se mostrará en cualquier parte, incluso flotará en el agua. La web aparecerá en el mundo real, no solo en pantallas.
Donath se une también a esta opinión, y subraya que la información estará presente en todo, y en todos, con los que nos crucemos. Así, por ejemplo, se podrá identificar a los extraños y obtener información sobre ellos. Además, de la misma forma que hoy nos suscribimos a revistas, en el futuro será posible suscribirse a diferentes realidades aumentadas.
Nuevas formas de comunicación
La propia idea de una interfaz cerebral, muy popular entre los expertos, plantea que, de darse, sólo habrá que pensar y entonces dicha interfaz se encargará de realizar la tarea automáticamente, lo que probablemente facilitará mucho la comunicación. Los expertos que participaron en el estudio del Centro Pew están de acuerdo en que todavía estamos evolucionando en cuanto a las formas de comunicación. A corto plazo, los mensajes escritos desaparecerán en favor, entre otras, de las comunicaciones verbales y de las establecidas con asistentes, como Siri o Alexa. Esto llevará a que no se buscará, sino que se harán preguntas a asistentes y dispositivos y el proceso será más parecido al que se sigue en una conversación.
Para Donath, los avances tecnológicos se adaptarán a esta nueva era de comunicaciones vocales. Así, «los auriculares se sustituirán por implantes invisibles que se encargarán de modular todo lo que se escuche, y que algunas veces cerrarán el sonido ambiente real en favor del virtual, y otras servirán para amplificar una voz cercana«.
Tanto ella como Jones han señalado que las tecnologías predictivas, como el omnipresente autocorrector, serán más precisas, lo que agilizará las comunicaciones y requerirá menos tiempo de pensamiento. Además, por nuestra capacidad de mezclar el discurso con la realidad aumentada, se abrirán puertas que nos permitirá entender a todos y comunicarnos con ellos. Para Jillian York, Directora de libertad de expresión internacional de la EFF, «en vez de aprender nuevos idiomas, instalaremos una app de traducción que nos permitirá traducir lo que digamos en tiempo real«.
Aparte de esto, según Donath, tanto los pequeños gestos como la mirada nos proporcionarán formas para comunicarnos e interactuar con nuestro entorno de forma más dinámica. Esto será también el principio de lo que se conoce como «neurointeracción», y que se describe como tecnología desarrollada en principio para los que no pueden comunicarse verbalmente y que llegará a ser adoptada por todos. En su opinión será una malla de conectividad entre dispositivos y comunicación humana en la que sucederán cosas mediante la vista y los pensamientos.
El fin de la privacidad en Internet
Cada vez que le estás pidiendo algo a un asistente virtual le estás dando más información sobre ti a la empresa que está detrás de dicho asistente. Todos los que lo hacen sacrifican algo de su privacidad para tener más comodidades. Esto, lejos de reducirse, va a ir a más, y las tecnologías que se empleen para ello serán cada vez más capaces de saber lo que queremos. Aprenderán de nuestros hábitos e incluso llegarán a anticiparse a nuestros deseos. Es así como las empresas ganarán cada vez más dinero: con nuestros datos sobre nuestra persona, hábitos y necesidades.
Esto llevará a un cambio en la publicidad y la comercialización de productos y servicios. Los anuncios serán mucho más personalizados y detallados. Eso sí, esto tendrá un precio, y los expertos creen que sacrificaremos nuestra autonomía cada vez más. Todo en favor de contar con más comodidades.
Avances en los datos sanitarios
El principio de la revolución de los datos biológicos ya ha comenzado de la mano de los wearables y los dispositivos conectados que recopilan información sobre nuestra salud. Muchos creen que esto va en beneficio de la sociedad, ya que tener ingentes cantidades de datos de salud puede derivar en la capacidad de generar mejores prácticas sanitarias. La capacidad que tendrán los médicos de saber lo que comemos, el ejercicio que hacemos y lo que hacemos en nuestra vida cotidiana les permitirá poner en marcha programas cada vez más personalizados para cubrir nuestras necesidades de salud.
Pero como sucede en otros campos, lo más importante en este campo será quién tiene los datos y cómo los usan. En general, los expertos que han contestado a las preguntas planteadas para la elaboración del estudio son optimistas en este aspecto, pero también avisan de que hay una sensación de que a nivel individual esto puede ser dañino. Cada vez hay más prediciones que apuntan que la información sobre nuestra salud y nuestra genética podrían utilizarse para dividirnos como especie.
Cada vez más pesimismo sobre el futuro de Internet
Muchos se fuerzan a sí mismos a ser optimistas sobre el futuro de la red. Todos quieren creer que en el futuro Internet llevará aparejada la armonía, una mejor comunicación, un flujo libre de información y un mundo más saludable. Pero todo esto va acompañado de muchas dudas y advertencias. Y con el hecho de que primero hay que solucionar problemas que ya tenemos actualmente para que estos no sean mayores en el futuro.
Para conseguirlo, entre otras cosas, hay que tomarse el tiempo necesario par comprender las implicaciones de cada nueva tecnología y cómo abordarla de la mejor manera posible. Y dado que según Negrin, «estamos todavía como poco en la adolescencia de Internet«, todavía queda mucho para saber y comprender todo lo que implica. Para muchos puede que todavía pase una década o incluso más hasta que tengamos una imagen completa de todas sus complejidades, tanto las positivas como las negativas.
También preocupa la capacidad de los gobiernos para gestionar lo que viene a continuación en relación con Internet. Bastantes plantean temas relacionados con que a los gobiernos les falta la sofisticación técnica necesaria para regular, compensar o encontrar soluciones apropiadas a los problemas que vayan apareciendo. Las respuestas a las preguntas y problemas que se planteen, además, deberán ser globales en muchos casos, y deben darse respuestas unificadas. No servirán las respuestas locales, sino que habrá que poner en marcha acuerdos internacionales y tratados mundiales.
Por otro lado, se teme bastante que los gobiernos, sobre todo los más autoritarios, empleen las nuevas tecnologías en su propio beneficio. Además, hay cada vez menos esperanza de que la información pueda permanecer libre. No obstante, al final, cómo nos relacionemos con las nuevas tecnologías y con lo que nos depare el futuro en la nueva era digital puede afectar a cómo nos comportemos como humanos.
Así, la tecnología, y por lo tanto Internet, puede emplearse para mejorar la condición humana, pero Rainie subraya que «hay evidencias de que muchos querrán utilizar esta y otras herramientas para hacer lo que los humanos siempre han hecho con quienes no les gustan«. Por tanto, hay mucho que hacer para asegurarse de que Internet se usa para el bien y no solo para el beneficio de unos pocos.