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  • Blog¿Cuánto contamina el Internet al medio ambiente?

    Internet también contamina. O más exactamente, utilizar la Red. A pesar de que para muchos, Internet va a asociada al uso de menos equipo, no es así, puesto se emplea infraestructura física. Y gran cantidad: miles de millones de kilómetros de cables, centros de datos y servidores. Sin ellos, no podría funcionar. Y hacer funcionar todo provoca emisiones al medio ambiente.

    Enviar un email, utilizar un buscador o almacenar datos en la nube emite CO2. Tanto, que se calcula que la web generaba hace ya unos años un 2% del total de las emisiones de dióxido de carbono del planeta, un porcentaje que además está previsto que aumente hasta que en 2020 llegue al 3% o al 4% según la consultora McKinsey. Hacer una búsqueda en Google emite el equivalente a entre 5 y 7 gramos de dióxido de carbono. Y el envío de un email con un archivo adjunto de 1 Mb ocasiona 19 gramos de CO2. En una hora se envían en el mundo más de 12.000 millones de mensajes, lo que multiplica las emisiones.

    Eso sí, enviar un email siempre contaminará menos que enviar una carta. Comprar un libro en formato digital también contamina menos que hacerse con uno impreso. También produce menos emisiones el visionado de una serie online que comprar los CDs de todas sus temporadas. Lo mismo sucede con organizar una reunión de trabajo por Skype, infinitamente menos contaminante que hacer que sus participantes se desplacen en avión, coche, tren o autobús hasta una oficina para reunirse.

    Pero como hemos visto, eso no quiere decir que el uso de Internet no provoque emisiones. Entre otras cosas, Internet consume grandes cantidades de electricidad, lo que provoca emisiones de CO2 a la atmósfera. Por tanto, las tecnológicas tienen ante sí un importante reto. En una era en la que luchar contra el cambio climático es, más que una obligación, un deber, estas empresas tienen que esforzarse en cambiar la manera de producir y consumir la energía que utilizan todos los equipos y sistemas que permiten que Internet siga funcionando, y que esta pase a ser completamente renovable y eficiente.

    ¿Qué es lo que contamina al usar Internet?

    Al ser algo aparentemente «etéreo» para la mayoría, muchos piensan que Internet no contamina. Pero no es así. Hay diversos equipos y elementos que sí emiten emisiones, y que pueden clasificarse, según el CCCBLab en tres grupos. El primero es el compuesto por los equipos que emplea el usuario final para conectarse (ordenadores de sobremesa y portátiles, tablets, smartphones, routers, etc).

    El segundo lo forman los centros de datos y sus equipos encargados de almacenar datos y archivos. El tercero y último, los elementos y sistemas que componen las redes y proporcionan acceso. Es decir, el cableado y las antenas que transmiten los datos. Todos los componentes y equipos de estos tres grupos contaminan. Pero no se sabe exactamente cuánto.

    ¿Cuánto contamina exactamente?

    Como hemos comentado, nadie sabe exactamente cuánto contamina la Red. Pero sí hay algunos datos al respecto. Según los datos de la consultora de analítica Cumulus Media recogidos por Visual Capitalist, entre otros datos, cada minuto se envían 38 millones de mensajes de WhatsApp, se visualizan 4,3 millones de vídeos de YouTube, se publican más de 480.000 tuits, se envían 187 millones de emails, se hacen 3,7 millones de búsquedas en Google y se visualiza el equivalente a 266.000 horas de Netflix. ¿A qué nos lleva esto? A que si Internet fuese un país, sería nada menos que el sexto que más contamina del mundo.

    Las previsiones, además, no son demasiado optimistas, como hemos visto al principio. Se calcula, según Computerworld, que el año que viene habrá ya más de 30.000 millones de dispositivos conectados a Internet, que contará con 4.100 millones de usuarios. Esto lleva a que para poder suministrarles conexión y espacio de almacenamiento serán necesarios tantos centros de datos que por ejemplo, en una ciudad como Tokio (Japón), ocuparán hasta 130.000 metros cuadrados.

    Estos centros son altamente contaminantes, y junto con redes dispositivos y la energía que se necesita para la fabricación de todos ellos, la huella ecológica ocasionada por el tráfico online, según Greenpeace, equivalga al 7% de la electricidad que se consume en todo el planeta.

    En cualquier caso, los centros de datos son los principales responsables de estas emisiones, aunque muchas tecnológicas están ya tomando medidas para intentar reducir su huella ambiental. Sus emisiones vienen dadas por el número de servidores que tienen funcionando, la energía que se necesita para que funcione cada uno y el porcentaje de uso de fuentes de energía que, en sí mismas, emiten gases contaminantes.

    Eso sí, no todos los centros de datos consumen en igual medida. El grado de eficiencia energética de uno de estos centros en local es, más o menos, un 29% peor que uno operado por uno de los principales proveedores a gran escala. Esto se debe a que estos cuentan con más recursos y posibilidades para el diseño de instalaciones energéticamente más eficientes. Además, disponen de sistemas y equipos optimizados para ejecutar y soportar cargas de trabajo con menor consumo.

    Gracias a todo esto, quienes utilizan los sistemas y servicios que proporcionan estos centros de datos sólo necesitan el 16% de la energía y potencia que precisarían al utilizar instalaciones en local. Un importante gasto de energía, lo que conlleva una importante reducción de emisiones e impacto en el medio ambiente. Es el camino para reducir el nivel de contaminación que provoca Internet: instalaciones más eficientes en cuanto a consumo de energía.

    Eso sí, también tiene que reducirse el nivel de emisiones que se generan al fabricar todos los equipos y componentes utilizados para mantener en funcionamiento la Red. Por fortuna, la mayoría de fabricantes y ensambladores que los producen son conscientes de la importancia del cuidado del medio ambiente, por lo que en muchos casos han dado ya diferentes pasos para rebajar su huella medioambiental y optimizar su consumo de energía. También para poner en marcha mecanismos de producción más respetuosos con el medio ambiente.

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